En el fondo de la caverna desfilan las sombras. Uno de los hombres encadenados las escruta delicadamente, son todo su mundo y jamás ha visto otra cosa, ni siquiera se ha visto a sí mismo. Llega incluso a creer que él es una sombra más. Entre aquellos seres umbríos, hay uno que le llama la atención, es ese que se retrasa, la postrera sombra sin la cual la procesión no estaría completa.
¿Qué tiene esa sombra, desdichado Humano? ¿Por qué es digna de tu mirada, desventurado?
No hay nada que hacer, tú estás encadenado y ella es libre. Tú existes, pero ella no es más que una ilusión, un vana proyección de algo que se encuentra más allá. Pero eso no lo sabes, para tí ambos son iguales y anhelas su libertad.
El hombre se revela contra las cadenas, a pesar de que apenas puede moverse, empieza a buscar una forma de zafarse. Intenta utilizar todo su intelecto, pero durante toda su vida sólo ha visto sombras, asi que las cosas que percibe y toca no toman forma en su mente. Vuelve a mirar a la última sombra, pero ella sólo sigue desplazándose lentamente. Al sentir que ella se aleja inexorablemente cada vez más, un instinto salvaje se apodera de su mente. Forcejea furiosamente contra el frío metal, sus esfuerzos logran darle un poco de movimiento, pero a cambio, el roce con las cadenas lacera terriblemente sus extremidades. Sin embargo, lejos de desanimarlo, el dolor exacerba su instinto animal.
¿Podrá ser posible deshacerme de estas ataduras si pierdo parte de mi cuerpo? ¿Acaso dejo de ser yo por dejar atrás una parte de mí en beneficio del resto de mi ser? Quizá es digno de lo que soy, una negrura, una oscura mancha aplastada contra el mundo por estas implacables cadenas. Pero si pierdo algo de lo que soy, una parte de mi yo, ¿Valdré algo para aquella que se aleja cada vez más de mí? Me es imposible saber siquiera si me aceptará en mi estado actual, lo prudente sería no empeorar más mi aspecto. ¿Y qué importa mi aspecto, si por estas cadenas ella es incapaz de notar mi presencia?
Su mente divaga, ajena al frenesí que recorre su cuerpo, el cual aún se rebela bestialmente contra el cautiverio. Pero la fatiga no tarda en detener los fútiles embates y es entonces cuando sus pensamientos se vuelven racionales nuevamente, dejando el anterior estado enajenado y notando lo que su recién adquirida pero limitada movilidad es capaz de revelarle. La mínima luminosidad al interior de la caverna apenas puede ser calificada como tal, pero es suficiente para distinguir que en realidad, no es una sombra como era su creencia, sino un ser infinitamente más complejo. Descubrirse por primera vez hace que se replantee sus anteriores divagaciones: Tal vez para una sombra sea aceptable perder un miembro a cambio de libertad, pero él es muy distinto, si desea salir, debe ser íntegro, debe aprender y progresar a partir de la experiencia, no es ahora una opción el escapar rebajándose. Ni lo volverá a ser jamás.
¿Qué tiene esa sombra, desdichado Humano? ¿Por qué es digna de tu mirada, desventurado?
No hay nada que hacer, tú estás encadenado y ella es libre. Tú existes, pero ella no es más que una ilusión, un vana proyección de algo que se encuentra más allá. Pero eso no lo sabes, para tí ambos son iguales y anhelas su libertad.
El hombre se revela contra las cadenas, a pesar de que apenas puede moverse, empieza a buscar una forma de zafarse. Intenta utilizar todo su intelecto, pero durante toda su vida sólo ha visto sombras, asi que las cosas que percibe y toca no toman forma en su mente. Vuelve a mirar a la última sombra, pero ella sólo sigue desplazándose lentamente. Al sentir que ella se aleja inexorablemente cada vez más, un instinto salvaje se apodera de su mente. Forcejea furiosamente contra el frío metal, sus esfuerzos logran darle un poco de movimiento, pero a cambio, el roce con las cadenas lacera terriblemente sus extremidades. Sin embargo, lejos de desanimarlo, el dolor exacerba su instinto animal.
¿Podrá ser posible deshacerme de estas ataduras si pierdo parte de mi cuerpo? ¿Acaso dejo de ser yo por dejar atrás una parte de mí en beneficio del resto de mi ser? Quizá es digno de lo que soy, una negrura, una oscura mancha aplastada contra el mundo por estas implacables cadenas. Pero si pierdo algo de lo que soy, una parte de mi yo, ¿Valdré algo para aquella que se aleja cada vez más de mí? Me es imposible saber siquiera si me aceptará en mi estado actual, lo prudente sería no empeorar más mi aspecto. ¿Y qué importa mi aspecto, si por estas cadenas ella es incapaz de notar mi presencia?
Su mente divaga, ajena al frenesí que recorre su cuerpo, el cual aún se rebela bestialmente contra el cautiverio. Pero la fatiga no tarda en detener los fútiles embates y es entonces cuando sus pensamientos se vuelven racionales nuevamente, dejando el anterior estado enajenado y notando lo que su recién adquirida pero limitada movilidad es capaz de revelarle. La mínima luminosidad al interior de la caverna apenas puede ser calificada como tal, pero es suficiente para distinguir que en realidad, no es una sombra como era su creencia, sino un ser infinitamente más complejo. Descubrirse por primera vez hace que se replantee sus anteriores divagaciones: Tal vez para una sombra sea aceptable perder un miembro a cambio de libertad, pero él es muy distinto, si desea salir, debe ser íntegro, debe aprender y progresar a partir de la experiencia, no es ahora una opción el escapar rebajándose. Ni lo volverá a ser jamás.
¿Te das cuenta ahora, ingenuo, de lo que eres en realidad? Acepta tu nueva condición y date cuenta de que estás en un nivel absolutamente diferente al de la sombra que viste y anhelaste. ¿Piensas todavía en la salida que te proponía tu instinto animal? ¿Consideras roer tus propias piernas cual animal enjaulado sólo para escapar? Eso no te dará ninguna satisfacción, sólo te hará perder tu recién adquirida condición humana. Es bueno que te des cuenta y logres ver lo que en realidad tienes que hacer. Libérate como humano, recuerda lo que has sido para que no vuelvas a serlo jamás.
El hombre aún desea alcanzar a aquella sombra, de hecho, ahora que sabe que las sombras no son más que una ilusión, quiere saber qué o quién era el dueño de aquella que le llamó tanto la atención. Su curiosidad no para de estimular en él preguntas sobre el nuevo mundo y sobre algo tan extraño como una fuente de luz.
A su vista aparecen otras cadenas, pertenecientes seguramente a otra penosa humanidad. El hombre entrelaza sus eslabones, y vuelve a forzar sus ataduras, pero esta vez utiliza la propia dureza de las cadenas en su contra. De súbito siente cómo la tensión aumenta, y comprende que su compañero de infortunio también se ha dado cuenta de la situación y lo apoya con su propia fuerza.
Con un ruido metálico y ensordecedor, las cadenas del hombre ceden y la libertad le es otorgada. Lentamente, el hombre se incorpora sobre sus atrofiadas piernas, sus músculos en desuso le transmiten un punzante, pero la sensación desaparece cuando ve la pequeña fogata que, sin saberlo, ha sido el pilar de su vida.
Continuará próximamente (espero) cuando Ofelia me diga que sigue...

nico la verdad es que no tengo palabras para expresarte lo que me paso cuando lei esto... lo unico q puedo desirte es que escribes muy bonito, no todos tenemos ese don... me dejaste pa dentro,ayer te dije que escribias bkn, pero nunca pense que me iba a encontrar cn algo asiiii.... me encanto asisq espero com muchas ganas la continuacion :D nunca dejes de escribir!!!!
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