Tus pies y las circunstancias se han confabulado para llevarte a una caminata de medianoche. No es relevante cuál es la razón que te trajo hasta aquí, si vuelves a tu hogar o si acabas de salir es un dato completamente insignificante.
Tú sólo te limitas a poner un pie delante del otro mientras miras las estrellas: allí están Orión y la Cruz del Sur... Error, la luminosidad urbana apenas te permite distinguir el fulgor selénico, tanto así que la oscuridad de la noche es más un dato mnemotécnico que un hecho.
De todas formas, el exceso de luz no suele ser un problema, te permite mantener una trayectoria dentro del grado de certeza esperado, sin embargo, no puedes evitar sentir un grado de decepción, por ínfimo que sea: ¿Cuál es la finalidad de la noche, si no mirar las estrellas?Pero no creas que eres el único que camina a medionoche. Aunque la umbría no sea más que un espejismo, la noche siempre ha sido el instante de liberación para las entidades oníricas. Sin ir más lejos mira a tu Dilema: de noche no se arrastra tras tus pisadas con su habitual tranco ofidio, sino que es capaz de arrebatarte la vanguardia, cobrando una forma deliciosamente antropomórfica, pero añadiendole un toque de sensualidad a su aún sinuoso avance.
Sin embargo, no todos los seres son tan agradables como tu Dilema. Hay también abyectos merodeadores, que se arrastran a la altura del Cangrejo, pero que distan mucho de ser inmortales. Al contrario, es altamente probable que para tí no hayan nacido siquiera, y conformen una existencia efímera que dure sólo el instante parpadeante que demoras en verlos, ya que una vez fuera de vista, vuelven al limbo otra vez.
El problema surge cuando no eres capaz de distinguir a los demás de estos merodeadores, o peor aún, cuando los demás comienzan a considerarte un merodeador. No hay nada más duro que encontrarse a sí mismo sin existir, siendo un completo desconocido tanto a la vida como a la muerte.
Tus pies y las circunstancias se han confabulado para terminar ahora tu caminata de medianoche, ¿Has llegado al lugar que planeabas? O más bien ¿Has llegado siquiera a algún lugar? Eso te pasa por caminar sin fijarte hacia dónde vas.

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