domingo, 31 de octubre de 2010

Gravitación Mental

¿Qué es? ¿Es una idea o una duda? ¿Un alma o un concepto? ¿Pensamiento o Instinto? Tal vez los es todos a la vez, o tal vez ninguno. Lo único que puedes discernir es que comienza a girar, a dar revoluciones vertiginosas en torno a una perla.

Una perla nacarada, pero invisible, y al mismo tiempo brillante pero opaca. Realmente no puedes describirla, sólo sabes que se encuentra en un altísimo grado de belleza, casi rallando en los sublime. ¿Pero es realmente así, o acaso sólo la percibes de esa forma debido a las ideas, conceptos y pensamientos que la orbitan y que nublan tu mirada?

Pues algo que siendo tan pequeño, atrae tanto a tus producciones mentales, no puede ser otra cosa que un fruto del más recóndito y oscuro lugar de tu ser: el exterior. En efecto, esta perla que somete a su gravitación a todo lo demás sólo puede provenir de tu dimensión externa, ya que una mera concepción propia sería incapaz de provocar un huracán de tal magnitud.

Pero ¿Cómo llamas a esta perla? Sólo hay una forma para denominarla: Obsesión. Así es ha concentrado a todos tus pensamientos, instintos, conceptos, ideas y dudas, pero a diferencia del Dilema, no es algo con lo que aprendes a vivir, a pesar de que se te hace indispensable. La Obsesión tiene una personalidad avasalladora, irrumpe rodando en tu mente y aprehende todo a su paso.

La Obsesión, con su forma de perla inmaculada puede parecer el paradigma de la belleza, pero es capaz de ocultar en su interior la más pura maldad. Te seduce para que le permitas la entrada, pero de inmediato pasa sobre tí y a través de tí. Y cuando ha pasado, giras tu ojo interior para escrutar su camino, pero no eres capaz de encontrarte siquiera a tí mismo. Allí pór dónde la obsesión ha pasado, ya no quedará nada, nada en lo absoluto1.

Plateada esfera de negra carne, te reduce a un ser nauseabundo, miserable, descerebrado y repulsivo, cuya mente ha sido absorbida en su totalidad por este abyecto vórtice. Por eso, olvida y expulsa tu obsesión, o bien, consigue tantas que armonicen en tu gran universo mental.

1Véase La Letanía contra el miedo, Dune, Frank Herbert



Ice´d: Es usted un individuo deleznable, rastrero y vil. ¿No se le pudo ocurrir que más que una obsesión repugnante como usted la describe, esa perla podía ser algo positivo que represente un principio ordenador al interior de la mente? ¿Algo como... un gran cariño, tal vez?
Seguir o no seguir leyendo, He aquí el dilema...

jueves, 28 de octubre de 2010

Midnight Stroll

Tus pies y las circunstancias se han confabulado para llevarte a una caminata de medianoche. No es relevante cuál es la razón que te trajo hasta aquí, si vuelves a tu hogar o si acabas de salir es un dato completamente insignificante.

Tú sólo te limitas a poner un pie delante del otro mientras miras las estrellas: allí están Orión y la Cruz del Sur... Error, la luminosidad urbana apenas te permite distinguir el fulgor selénico, tanto así que la oscuridad de la noche es más un dato mnemotécnico que un hecho.

De todas formas, el exceso de luz no suele ser un problema, te permite mantener una trayectoria dentro del grado de certeza esperado, sin embargo, no puedes evitar sentir un grado de decepción, por ínfimo que sea: ¿Cuál es la finalidad de la noche, si no mirar las estrellas?

Pero no creas que eres el único que camina a medionoche. Aunque la umbría no sea más que un espejismo, la noche siempre ha sido el instante de liberación para las entidades oníricas. Sin ir más lejos mira a tu Dilema: de noche no se arrastra tras tus pisadas con su habitual tranco ofidio, sino que es capaz de arrebatarte la vanguardia, cobrando una forma deliciosamente antropomórfica, pero añadiendole un toque de sensualidad a su aún sinuoso avance.

Sin embargo, no todos los seres son tan agradables como tu Dilema. Hay también abyectos merodeadores, que se arrastran a la altura del Cangrejo, pero que distan mucho de ser inmortales. Al contrario, es altamente probable que para tí no hayan nacido siquiera, y conformen una existencia efímera que dure sólo el instante parpadeante que demoras en verlos, ya que una vez fuera de vista, vuelven al limbo otra vez.

El problema surge cuando no eres capaz de distinguir a los demás de estos merodeadores, o peor aún, cuando los demás comienzan a considerarte un merodeador. No hay nada más duro que encontrarse a sí mismo sin existir, siendo un completo desconocido tanto a la vida como a la muerte.

Tus pies y las circunstancias se han confabulado para terminar ahora tu caminata de medianoche, ¿Has llegado al lugar que planeabas? O más bien ¿Has llegado siquiera a algún lugar? Eso te pasa por caminar sin fijarte hacia dónde vas.
Seguir o no seguir leyendo, He aquí el dilema...

domingo, 10 de octubre de 2010

Encadenado a la Disyuntiva

Arrastrar un dilema por años no es nada fácil. Al principio surge como una duda, como una piedra en el zapato, la cual descartas de inmediato, le restas importancia y la ignoras, convenciéndote de que no puedes estar pensando semejante cosa. Pero luego le empiezas a tomas cariño, sientes que tu dilema es tu compañero incondicional. Ahí está para tí cuando caminas a medianoche, fielmente te acompaña a donde quiera que vayas, e incluso te susurra en el oído, acunándote cuando no puedes dormir.

Así, es capaz de pasar de guijarro a mascota, pues lo cuidas y lo alimentas todos los días, hasta que empiezas a preguntarte cómo podías vivir sin esa tierna contradicción vital que se acurruca a tus pies. Se forja inexorablemente un lazo y antes de que te des cuenta, estarás encadenado a la disyuntiva.

Ya en este punto, se asemeja casi perfectamente a un amante, ahora no concibes una existencia afuera de la cuerda floja, pues has aprendido a llevar tu dilema con el equilibrio perfecto, a tal extremo que empiezas a definir tu propia individualidad a partir del Dilema al que acompañas.

Lejanos son ya esos días en que te coqueteaba tímidamente, dejándose entrever sólo durante un efímero instante entre otros miles de pensamientos. Lejanos son ya esos días en que podías alejarlo con sólo conversar con alguien del mundo real. Lejanas son también esas oportunidades cuando creías que esto no podía pasarte a tí. Y sobre todo, lejanos son esos momentos en que creías que tenías todo el futuro el resuelto.

Finalmente has conseguido asimilar a tu dilema, incorporarlo plenamente a tu organismo, cuando de la noche a la mañana tienes que deshacerte de él, justo cuando ya te habías encariñado. Entonces no te queda otra opción que preguntarte "¿Cómo pretende que yo, que lo crié de potrillo, clave en su cuello un cuchillo, porque el patrón lo ordenó?". En efecto, tomar la decisión después de tanto tiempo se transforma en un acto sádico e inhumano, no sólo te piden que asesines a tu compañero de andanzas, sino que debes hacerlo en la inmediatez, y cortando su cuerpo a la mitad. Ni siquiera puedes dejar que muera de a poco.

Y ahí es cuando te entra la nostalgia, piensas en tu pobre Dilema, que nunca conocerá la Luna, que nunca sabrá lo que es realmente el Sol y tú empiezas a preguntarte por qué no lo saqué a pasear más seguido, a que mirara el horizonte lejano, al menos.

O a que contemplara las estrellas...
Seguir o no seguir leyendo, He aquí el dilema...